lunes, 21 de junio de 2010

EL VIAJE A LO DESCONOCIDO

Al yo separado le aterroriza la trascendencia, porque ella implica la muerte definitiva de su presunta existencia. Al ego le gustaría realizar este viaje por el profundo océano de lo desconocido, sin abandonar las orillas ya frecuentadas por el mundo de lo conocido donde se siente a salvo. Por eso, cuando nos adentramos en esta vasta y silenciosa región de la conciencia, sin centro ni periferia, y siente que se disuelven los estrechos límites con los que se identificaba, se estremece y retrocede espantado. En este sentido un maestro zen afirmaba: “los seres humanos evitan a toda costa abandonar sus mentes, pues tienen miedo de caer en el vacío sin tener un punto de apoyo al que agarrarse. Ignoran que en realidad, la vacuidad no es un vacío, sino el Dharma último, único y verdadero” Y otro aconsejaba: “Acércate sin temor al borde del precipicio y arrójate decididamente al abismo. Sólo podrás salir después de haber muerto”.
Quien tiene miedo a saltar al vacío es el ego, la imagen que tenemos de nosotros mismos. Porque lo único que realmente muere al adentrarnos en el abismo de lo desconocido, es la ilusoria interpretación de nuestra identidad que nos hace sentir separados del mundo que nos rodea. Por eso, en el momento que dejamos de identificarnos con este presunto yo independiente, el hecho de estar sin dualidad ya no tiene nada de espantoso. La vacuidad sólo es terrible desde el punto de vista del ego y de su deseo de permanencia como entidad aislada, pero el Ser es, simplemente, su gozosa y lúcida naturaleza eterna. Lo indiferenciado solo resulta aterrador desde la perspectiva de la personalidad, pero una vez transcendido ese enfoque ilusorio, el término abismo se desvanece. Lo que el yo relativo imagina como su ausencia, no es, en realidad, si no la presencia absoluta de la plenitud.
Sólo arrojándonos confiadamente en la insondable trascendencia del vacío, podemos descubrir la infinita riqueza de nuestra verdadera naturaleza. Sólo cuando nuestro ego se aparta, aparece el verdadero Ser. Es necesario pues, tener el coraje de enfrentarse el vacío total, de asumir la realidad sin forma y dejarse caer en el abismo de lo desconocido, sin esperar nada, sin apoyarnos en nada, sin pretender refugiarnos en alguna parte. No se trata de eliminar el sentimiento de miedo, sino de aceptarlo por completo. Al acoger plenamente la situación presente sin pretender cambiarla ni huir de ella, el ego, que no es sino un mero gesto de resistencia ante lo que sucede, desaparece instantáneamente. Y, con él, también el miedo, porque el temor sólo existe cuando el experimentador está separado de la experiencia.


AMOR
Carles

sábado, 12 de junio de 2010

Tirarse del precipicio


Vivís la verdad que habéis comprendido
Krishnamurti

¿Qué significa esto? Me siento a meditar, asisto a encuentros a sanghas. Aprendo a observar. Percibo movimientos en mi mente, que no había notado nunca antes, su naturaleza repetitiva. Advierto cada cosa que pasa en mí, pero no dejo que nada caiga. De este modo todo queda en lo intelectual en los conceptos, lo sé todo muy bien pero es un lujo que solo queda en la superficie, el conocimiento no es encarnado. No hay que deshacernos de nada. Todo lo que podemos hacer es no apegarnos, no retenerlo no intelectualizarlo, solo sentirlo. Ahora bien, si como suele pasar nos da placer, seguridad, prestigio, podemos no advertirlo y seguir como antes, nada cambia.
Quizá se trate de un interés colateral, junto con la familia, el staus social, la economía. Quizá se trate de una cosa más y no quiera que sustituya a todo, esto otro que, intuyo que carece de cualquier sentido de pertenencia a una familia, un grupo, una religión, una nación, raza… si, el trabajo de la comprensión me despoja de todo sentido de pertenencia, hay miedo creo que si no pertenezco a algo, no seré, me gustan mis apegos y los que los demás sienten hacia mí. Quiero defender el status quo a costa de la verdad. ¿Entonces de que sirve todo este trabajo espiritual? No es un problema que concierna al individuo, es la condición humana. Por eso decimos “he trabajado años, meditado, asistido a conferencia de maestros y leído cientos de libros” y no ha habido ningún cambio en el fondo.
Por eso pregunto estáis dispuestos a tomar el podre y dejar de ser víctimas de nuestra experiencia de vida no digerida, lo que conlleva dejar que las cosas salgan a la luz y dejar que caiga lo falso y que todo lo que no es verdadero salga de nuestras vidas.
No. no puedes tirarte a medias del precipicio.
Amor
Carles

domingo, 6 de junio de 2010

encarnando la enseñanza

Estar o dejarse caer en el no saber, no quiere decir que nos volvamos tontos, y que olvidemos todo el saber que hemos acumulado hasta este momento, creo que es una sensación que se tiene a nivel inconsciente, que si me dejo caer en el no saber, me voy a olvidar de atarme los zapatos, no me voy a olvidar de atarme los zapatos, ni de manejar un coche, ni de hacer cualquier cosa que estaba haciendo hasta ahora, cuando haga falta esto surgirá y entonces lo haré. Yo no pretendo ni es mi intención en absoluto decir como tenéis que trabajar, para mi no hay un trabajo mejor que otro trabajo, para mi hay diferentes noveles de trabajo. Cuando digo que es importante la primera vez que nos reunimos aquí, que como les decía nos podemos permitir estar en el no saber, no pretendo deciros que es lo que tenéis que hacer, pretendo deciros que es lo que estáis haciendo.
La verdadera sanación o la sanación profunda, sólo puede surgir de una escucha profunda, a veces cuando estamos aquí en este sitio, reunidos aquí durante todos estos días, que a un novel es un poco más calmado, estamos todos un poco mas asentados, y es probable que a veces surjan síntomas o aquellos que se llaman síntomas o molestias, o al pararnos surge algo, si ese algo no es escuchado y es acallado, que es lo que solemos hacer, en vez de escucharlo lo acallamos, aparece una molestia y en vez de escucharla intentamos hacer algo con ella, no estamos escuchando. Intentemos despertarnos, darnos cuenta, pillarnos a nosotros mismos, en dos situaciones, una es pedirle a alguien que me haga algo, o ofrecerle a alguien hacerle algo, eso lo hacemos casi siempre, y no nos damos cuenta que nos vamos hacia atrás. Y si acallamos esa molestia, ese síntoma esa forma, la forma no ha sido escuchada entonces volverá a surgir, cuando tenga oportunidad volverá a surgir. ¿Por qué tenemos la costumbre a veces de ofrecer ayuda sin que nadie nos la pida? No será que no podemos estar con nuestro sufrimiento, y decimos, esta persona está sufriendo, ¿cómo sé que está sufriendo esa persona, dónde lo siento? Soy yo el que no puede estar con el sufrimiento de la otra persona, entonces creyéndome hacerle un favor intento acallar su sufrimiento entonces digo que ya no lo siente. Y hacia el nivel que vamos verdaderamente, estamos haciendo una putada, porque le estamos proyectando nuestro sufrimiento en él y en vez de trabajar aquí con lo que es mío, trabajo con el espejo que tengo delante. Y cuando lo acallo a la menor oportunidad volverá a surgir, y en la medida en que acallo eso a veces va profundizando el síntoma. Simplemente recibamos lo que aparece, lo que sentimos, demos la oportunidad de escucharlo plenamente. El síntoma no desaparecerá por completo hasta que no haya sido escuchado lo que viene a decirnos lo que viene a rebelarnos, y sólo única y exclusivamente lo puede saber uno, le puede ser rebelado a uno, nadie puede entendernos, la parte humada de cada uno, la particularidad de cada uno es incomprensible por nadie, nadie puede entender lo que esta sucediéndole a otro, como mucho puedo entender la historia que yo le he colocado a otro, que siempre será mi historia. Intentemos pillarnos cuando vamos a hacer algo para acallarnos o para acallar al otro.
Simplemente observar, observar como la marea de la vida mueve, crea formas, observemos esto, simplemente observarlo, sin agarrarnos a nada, sin intentar hacer nada, que sea meramente escucharlo y recibir. No podemos tirarnos a medias del precipicio. No pasa nada, está bien no tirarse del precipicio, no hay ningún problema. Vuelve a surgir la palabra coherencia, pero intento saber donde me encuentro, intento saber donde estoy. El que tiene miedo de tirarse al precipicio es nuestra historia, nuestro ego, porque nos asegura que nos mataremos, pero no, podemos volar.

(transcrito por Gabi de el curso realizado en Campo Los Hornillos, Río Ceballos, Córdoba ARGENTINA Febrero 2010.)



amor
carles