martes, 28 de octubre de 2014

En Esencia.

No hay mayor misterio que este: buscamos constantemente la realidad, cuando de hecho somos la realidad.
 Ramana Maharshi


Buscamos sentirnos bien en el futuro porque, a cierto nivel, nos sentimos incompletos en el momento presente. La pregunta «¿qué buscas en el futuro?» es idéntica a la pregunta «¿de qué huyes ahora mismo?». Es crucial que entendamos que nuestra búsqueda de algo en el futuro –la riqueza, poder, éxito, amor, iluminación– está siempre profundamente enraizada en la resistencia que oponemos al momento presente. La búsqueda de realización futura siempre tiene sus raíces en una experiencia de realización en el presente. Esta no aceptación del momento presente es donde empiezan todo nuestro sufrimiento y nuestra búsqueda; y en una profunda aceptación del momento presente es donde termina.
 En realidad, nadie quiere «realizarse»; lo que deseas es escapar de los sensación de insatisfacciones presentes, de la  tristeza, dolor, ira, frustración, aburrimiento, vacío, o de no sentirse queridos o valorados. Lo único que quieres es poner fin a el sufrimientos que provoca no querer estar con esta sensación ; pero, en vez de estar disponible a ese sufrimiento en este mismo instante y de ver el regalo que hay en él, vives esperando a que un acontecimiento o un estado futuros lleguen y le pongan fin a ello. Lo único que ansían es volver al ti mismo, que es, lo que queremos todos..., solo que, en su caso, están obstinado con la idea de que será en un futuro. No quieres que llegue el dolor, y sin embargo llega. No quieres que aparezca el miedo, y sin embargo aparece. Debido a nuestro condicionamiento, no vemos que el dolor, el miedo, la tristeza, la ira y todos los demás tipos de sensaciones forman parte de la completud, forman parte de la integridad de la vida. Se nos ha condicionado a considerar que ciertas áreas de nuestra experiencia son imperfecciones, contaminaciones, aberraciones, impurezas, expresiones de incompletud . Dicho de otro modo, se nos ha instruido, adiestrado e incluso hecho un lavado de cerebro para que veamos en ellas una auténtica amenaza para la vida en sí. Creemos que esas áreas de nuestra experiencia están de algún modo en contra de la vida..., que no merecen ocupar un lugar en nosotros. A la ira, el miedo, la tristeza, el malestar, el dolor no se les debería dejar entrar. Sencillamente, buscamos completarnos fuera de la experiencia presente porque tenemos la impresión de que nuestra experiencia presente está incompleta, es defectuosa, imperfecta, de algún. Buscamos integridad porque no vemos integridad en el momento presente. Nos hacemos buscadores, y ahora necesitamos un futuro para completarnos. 
El buscador siempre necesita tiempo para encontrar lo que busca. El momento presente se convierte así en un medio para lograr un fin. Y aquí es donde empieza todo el sufrimiento: en la pérdida del momento presente, la pérdida de nuestro verdadero hogar.

Cuando ves lo que buscas, y cuando ves que aquello de lo que intentas escapar está perfectamente bien, ese reconocimiento es, en sí mismo, el final de la búsqueda. Ver es el final de la búsqueda. Y no hay un siguiente paso. No se necesita ningún método. 

El trabajo es una invitación a aceptar profundamente este momento, por muy inaceptable que parezca. Deja toda tu atención en la experiencia presente, a lo que está ocurriendo justo ahora, a donde estás, ¿qué es lo que encuentras? ¿Encuentras que algo aquí sea definitivo, inmutable, inamovible ? ¿Encuentras un yo separado y permanente? ¿Encuentras algo sólido llamado yo ? ¿O lo que ves es que todo lo que hay aquí está constantemente cambiando, en movimiento, danzando de momento en momento? Los pensamientos aparecen y desaparecen, ellos solos. Las imágenes, los recuerdos y las ideas van pasando uno tras otro por la pantalla de nuestra consciencia, se quedan un rato y luego desaparecen. Van y vienen toda clase de sentimientos: tristeza, aburrimiento, frustración, ira, miedo... Se suceden las sensaciones por todo el cuerpo, quédate ahí, no busques la historia. Todo esta ya aceptado.

Amor
Carles  



lunes, 20 de octubre de 2014

Presentación del libro en México


     Hoy estamos aquí reunidos para celebrar la primera edición de un libro que todos los ‘seguidores’ y amigos de Carles Compañ (o Company para los que no tienen Ñ en su teclado) estábamos esperando. Se trata de la transcripción literal de un seminario completo, que tuvo lugar el año pasado, cerca del puerto de Veracruz, en el que participamos, además de Carles, 15 personas más. ¿Por qué puede ser interesante un libro como éste, en el que se narran las experiencias personales de gente desconocida? 
     Para contestar esta pregunta comencemos primero por describir, a grandes rasgos, en qué consiste un seminario como el que está referido e en el libro. 
     Siempre salimos de la Ciudad, buscamos un lugar tranquilo, rodeado de paisajes naturales y vivimos ahí cinco días, en una especie de retiro.         
     Cada día comienza con una pequeña meditación que Carles llama ‘asentamiento’ o ‘llegada’, en la que nos mantenemos quietos y en silencio durante unos veinte minutos más o menos. Este asentamiento prepara al cuerpo y a la mente para recibir lo que Carles comienza a darnos a continuación que es algo que no quisiera llamar información, pues no consiste, como en otros seminarios, de tecnicismos y particularidades de anatomía, fisiología o embriología, sino que es más bien una exposición de su perspectiva personal. Hablaremos de esta perspectiva personal enseguida. Después de un rato de estar escuchando y preguntando sobre lo que Carles propone, pasamos a las camillas para que el cuerpo asimile toda aquella ‘información’  (entrecomillada), toda esta visión del mundo que se nos ha ofrecido. La mitad del grupo se tumba en la camilla y la otra mitad funge de terapeuta. Luego del descanso de la hora de comer, hacemos otra ‘asentada’; los papeles de terapeuta y paciente se invierten y al final del día, se comentan las experiencias vividas. Esa dinámica se prolonga cinco días. Pasar a las camillas a dar y a recibir una sesión de PB es una parte igualmente importante que la exposición de la teoría, de la parte hablada quiero decir, porque de nada sirve hablar o leer docenas de libros sobre cómo cambiar y ser más coherentes con nosotros mismos si todo ese saber se queda nada más en la cabeza. Carles insiste, con razón, en que todo eso se tiene que encarnar y la manera de hacerlo es justamente a través de las terapias de PB.

     ¿En qué consiste todo este panorama que Carles nos comparte? Bueno, es difícil de resumir en unas cuantas palabras, pero es la parte más sustanciosa de este libro, pues se trata de una visión amplia y profunda, de cómo funcionamos los seres humanos en esta sociedad; cómo se nos educa; cómo mientras éramos bebés percibíamos de una manera distinta, no separada, y cómo, poco a poco, a base de introducirnos programas y programas de ‘software’ en la cabeza como si fuéramos computadoras, fuimos aprendiendo a separarnos, y así comenzaron muchos de los problemas que hoy nos aquejan. Empezamos a no sentir nuestro cuerpo, a no aceptar las experiencias complejas y a veces muy difíciles de la vida; a no hacernos responsables de nuestras propias decisiones y circunstancias;  a culpar a los demás, sean nuestros padres, nuestros hijos, nuestras parejas, el gobierno o el mismísimo Dios; a creernos que somos nuestra historia: nuestro nombre, nuestro sexo, nuestra profesión o nuestro cuerpo y nada más; aprendimos a resistir el dolor creando así el sufrimiento, que no es lo mismo, porque el dolor es inevitable, es parte de este mundo, pero el sufrimiento es la resistencia que oponemos al dolor; Carles nos explica cómo nuestra mente, nuestro pensamiento, se aferra a lo conocido y le teme a lo desconocido, a la muerte, al Ser, al Vacío, a la Quietud cuando, en realidad, esta es lo único que verdaderamente somos. En fin, podríamos pasar un rato largo simplemente enumerando todos los temas que se abordan en estas charlas durante los seminarios, pero es mucho mejor que Uds. adquieran el libro y lo lean detenidamente, e incluso repasen, si así lo desean, aquellas partes que les hayan resultado más atractivas o más inquietantes, porque sin duda la perspectiva que Carles presenta aquí en este libro les resultará, en muchos casos, muy desafiante. En este libro van a encontrar aseveraciones totalmente contrarias a lo que solemos pensar o creer y con las cuales estamos profundamente identificados, entonces es muy natural que, cuando las oímos por primera vez nos resulten perturbadoras, cuando no francamente chocantes (o shockeantes). Afirmaciones como la de que “no hay que tener esperanza porque tener esperanza es huir del momento presente, es estar posponiendo la acción correcta”; o la de que “nadie en realidad tiene el control de nada” las cosas simplemente suceden; o la de que “el conocimiento nos limita; por tanto, conocer es la muerte”; o la de que “debemos bendecir la inseguridad, pues sólo de ella puede surgir la expansión que es el movimiento natural de la vida”; o la de que “no es el el caos de afuera el responsable del caos de adentro, sino justo al revés, el caos interno, el desorden y la propia falta de conciencia de cada uno de nosotros es lo que se refleja en la sociedad y, por eso, ésta es la locura que es; Carles nos dice también que nunca hay culpables, ni fuera ni dentro de nosotros; en este mundo todos actuamos siempre lo mejor que podemos porque, y aquí llega por fin quizá la aserción menos evidente de todas, que es la que Carles afirma que todo, absolutamente TODO, está en uno; no hay otro”

       La  PRESENCIA BIODINÁMICA tal como la plantea Carles Compañ es una opción terapéutica y a la vez no lo es. Si por terapia entendemos el ir con alguien, llámese médico, psicoterapeuta, o cualquier otro profesional para que nos quite un padecimiento, o para que nos libre de una experiencia que nos resulta molesta, incómoda, dolorosa o insoportable, entonces, ciertamente la PRESENCIA BIODINÁMICA NO es una terapia. Por el contrario, si por terapia entendemos una herramienta que en lugar de querer quitar aquello que tanto nos está haciendo sufrir, nos ayuda a comprenderlo como un mensaje importante de nuestro cuerpo, como una manera de expresarse de nuestra inteligencia corporal y espiritual, y nos invita a estar con ello, a escucharlo, a comprenderlo abierta y profundamente, en lugar de estarlo resistiendo, de estar peleándose con ello, poniéndose en su contra, entonces la PRESENCIA BIODINÁMICA sí que es una terapia con la cual podremos liberar y trascender nuestras dolencias. 
    Hoy en día existen muchísimas terapias de muy variada índole, muchas de ellas de inmenso valor sin duda; unas más invasivas o más eferentes, como suelen llamarse en la jerga profesional, es decir, que manipulan desde dentro o desde fuera, física, química, o psicológicamente para quitar los síntomas o para corregir las anomalías; y otras que son tratamientos más sutiles, que se basan en los propios procesos auto-curativos del cuerpo humano. Personalmente creo que vivir en una época en la que tenemos tantos recursos a nuestro alcance es algo digno de agradecerse.
     Sin embargo, la PRESENCIA BIODINÁMICA, nos atreveríamos a decir,  es algo que va más allá, mucho más allá de una terapia. El ‘Trabajo’ como Carles suele llamarlo, es muy sutil y trasciende sus orígenes terapéuticos ya que se puede llevar a la vida cotidiana, se puede practicar como una forma de estar en la vida, como un camino de crecimiento personal y, sobre todo, como una forma de auto-conocimiento. Carles la ha bautizado Presencia Biodinámica y vamos a tratar de explicar el por qué. 

     La palabra BIODINÁMICA nos invita a reconocer o nos recuerda que la vida es dinámica, es decir, que está en constante movimiento, es un incesante e ininterrumpido fluir, un continuo cambiar, un ir y venir como la marea, que nos va llevando de aquí para allá, de una situación a otra. Algunas veces esas situaciones nos gustan tanto que nos aferramos a ellas, nos identificamos con ellas, o queremos que duren eternamente, que nunca se acaben y entonces dejamos de fluir con la vida; empezamos a resistirnos al cambio, al movimiento natural de la vida y eso nos cierra, nos limita, y al final nos atasca, nos atora, evita que nos expandamos energéticamente, si se me permite expresarlo así. Y cuando por el contrario, la nueva situación que surge es ‘fea’ o dolorosa o por alguna razón no nos gusta, hacemos aparentemente lo contrario, es decir, la condenamos, nos victimamos, intentamos oponernos a ella, resistirla, pelear pero, en realidad está ocurriendo  exactamente lo mismo que con la situación que nos gustaba: dejamos de movernos con la vida, quedamos atrapados, contraídos, rígidos y de nuevo, dejamos de expandirnos. Hemos quedado aprisionados en el ciclo del placer y el sufrimiento.
     Por otro lado, la palabra PRESENCIA implica un constante estar en contacto con uno mismo en el presente, aquí y ahora, un continuo habitar en el propio cuerpo, sintiendo todo lo que por el cuerpo pasa (que eventualmente es todo, ¿verdad?, no solamente la información que nos refieren todos nuestros sentidos, las sensaciones y percepciones, los dolores, sino también todas nuestras emociones e incluso nuestros pensamientos). 
     Carles fundamenta esta PRESENCIA BIODINÁMICA en lo que él llama la escucha profunda, que es a lo que nos referíamos hace rato: esta posibilidad de abrirse totalmente a lo que está ocurriendo ahora, sin juzgarlo, sin evaluarlo, sin etiquetarlo, sin anticiparse a ello; es un renunciar a lo conocido, a saber lo que el otro tiene o  lo que necesita. Cuando aprendemos a estar libremente con lo que nos ocurre, cuando por ejemplo, poco a poco comenzamos a observar, sin identificación alguna, nuestros patrones repetitivos, nuestras pequeñas aversiones, nuestros sentimientos de incapacidad, nuestra envidia, nuestros celos, pero sin ponerle estas palabras que están tan cargadas peyorativamente, entonces empezamos a escucharnos verdaderamente; y aquél que es capaz de escucharse plenamente podrá escuchar a los demás. Y cuando alguien que no se sabe cómo escuchar está frente a quien sí puede hacerlo empieza, como dice Carles mágicamente, a escucharse a sí mismo, empieza, por lo tanto, a sanar. Hay un lema terapéutico que dice: Quien es escuchado plenamente sana profundamente. Nada hay más cierto para la PRESENCIA BIODINÁMICA.

    De allí parte el trabajo de Carles, la PB, y por eso se llama así, porque propone el aprender a abrirnos totalmente a la vida y a fluir con ella, reconociendo con el cuerpo, poco a poco, (sin prisa pero sin pausa, como alguien dijo) los patrones repetitivos de nuestra historia de vida que nos llevan a reaccionar más o menos violentamente ante lo que nos disgusta y, también, a reaccionar creando apegos a todo aquello con lo que estamos identificados y por tanto, a dejar de expandirnos.  Así la PB se convierte  en una manera de abrirse y atender, para ver y sentir la totalidad de la existencia, una forma de ser que ciertamente, de ponerse en práctica,  volvería este mundo un lugar más armónico y mejor.
     Finalmente habría que decir que este ‘Trabajo’ es  peculiar, pues no se basa en la persecución de una meta concebida de antemano, sea esta física o espiritual. Al someternos a una terapia de PRESENCIA BIODINÁMICA, por supuesto, cabe esperar ciertos cambios, pero lo esencial es la incursión gradual en un estado de conciencia corporal, podríamos decir, en el que se van desplegando ante nosotros los procesos internos, los patrones recurrentes que normalmente yacían en la más densa oscuridad del terreno inconsciente. Es importante señalar que, si bien ‘el Trabajo’ puede o no pasar por los niveles analíticos o intelectuales de la mente o del pensamiento, sí llega, y esto es esencial, a los niveles profundos de una conciencia lúcida, atenta y libre de prejuicios que se funde con lo que es y lo comprende desde su raíz.
 
     Muchas gracias

Geacias Marcia. 

jueves, 9 de octubre de 2014

El sufrimiento

En la raíz de la sufrimiento  estaba el sentimiento de que yo soy una persona separada..., un yo individual, una entidad desvinculada de la vida en sí y apartada de lo que esta ocurriendo en este  momento. El yo individual tiene  que encontrar la manera de mantener, sostener y sustentar algo llamado «mi vida»..., de orquestarlo, de hacer que tome la dirección en la que yo quiero que sea, de tener control sobre ello. Eso es lo que me han enseñado desde muy niño, y eso es lo que el mundo me ha estado gritando: se espera de mí que tomara las riendas de mi vida, que sepa lo que quiero y sea capaz de lanzarme a conseguirlo. Los demás parece saber todos dónde están, qué hacer, adónde ir, y yo, en cambio, soy incapaz de sostener en pie el relato de mi vida sin que me caiga  encima y me aplastara. La sufrimiento es la experiencia a no ser capaz de mantener mi vida en pie y de sentir, como consecuencia, que mi vida, literalmente, me aplasta. Ver que a todos nos aplasta el peso de nuestras vidas, el peso de nuestra historia y de nuestros futuros imaginados. En algún sentido, puede decirse que todos estamos aplastados  en mayor o menor medida, pese a que solo cuando el peso se vuelve prácticamente imposible de llevar nos atribuyamos el calificativo de «deprimidos» y nos separemos de nosotros mismos y de los demás. Aunque no todos suframos de depresión clínica, todos vamos por ahí cargados con un relato de nosotros mismos que hemos ido elaborando, intentando hacer que nuestra vida vaya por donde queremos que vaya. Y, en uno u otro nivel, todos fracasamos en esa tentativa de ser quienes no somos. El sufrimiento toma mil formas, depresión, angustia existencial, timidez, fobias... Pero todos "sufrimos" a nuestra manera,según nuestra historia de vida no digerida; ahora bien, o vemos en el sufrimiento un estado terrible que se ha de evitar a toda costa o lo vemos por lo que realmente es: una señal muy  clara que nos indica el camino de vuelta a casa.

Amor
Carles