domingo, 26 de enero de 2014

Las relaciones entre historias

El ser humano teme profundamente relacionarse con otros, teme ser rechazado, herido, no comprendido. Quizá evitamos relacionarnos pero, sin embargo, al mismo tiempo lo anhelamos. Además somos fruto de una relación, no estaríamos aquí si no hubiera habido una relación entre nuestros padres.
En todos nosotros existe un enorme anhelo de amor y compañerismo, sin embargo las relaciones nos causan conflictos tremendos, violencia y descorazonamiento. ¿Por qué se transforma tan rápidamente en otra cosa la alegría de estar juntos caminando, compartiendo una comida, jugando o haciendo el amor? Tendríamos que comprender desde dónde surge el anhelo a estar con otro. Puede ser el temor a la soledad, a no ser amado, buscamos a alguien que llene el vacío interior, que nos haga sentir seguros. Nos sentimos inseguros de nosotros mismos y buscamos a alguien que me diga que soy atractivo, amable. Cuando alguien nos dice estas cosas, la química comienza a funcionar. Me siento vivo y anhelo estar con esa persona para poder seguir sintiéndome amado. Cuando estoy con ella, no veo a la persona real, la veo a través de la imagen ideal del compañero-a que me hace sentir vivo.
Los seres humanos nos hacemos esto durante el cortejo. En estos momentos damos lo mejor, le decimos al otro lo que percibimos que el otro desea escuchar. Somos como pájaros desplegando sus plumas mas brillantes, pero los animales dan por terminado el cortejo cuando la estación de apareamiento termina, y todo vuelve a la normalidad. Esto no sucede con los seres humanos, para nosotros la estación continúa.  
Primero proyectamos nuestra propia imagen en la otra persona y luego nos relacionamos con la imagen que hemos creado de ella. Si decidimos vivir juntos, en la vida cotidiana las cosas comienzan a cambiar; podemos ver que el otro tiene hábitos y rigideces, y descubrimos que el comportamiento del cortejo no es la base que se construye en la relación. Al habituarnos al otro, quizás nos empieza a resultar aburrido e incluso iniciemos el cortejo con algún otro. 
Cuando el cortejo se desgasta, el compañero-a empezará cada vez más a disparar memorias e historias de otras personas: mamá, papá, algún estereotipo femenino o masculino, figuras dominantes o autoritarias. En nuestra mente comienza a surgir la memoria de relaciones pasadas y todo lo que sucede en la relación actual se interpreta de acuerdo con la experiencias de vida no digeridas. Así que ya no estamos juntos de manera fresca y espontánea, sino que ambos reaccionamos a través del filtro de las experiencias de vida no digeridas. 
En la infancia, nuestros padres nos castigaban privándonos de lo que mas necesitábamos para sobrevivir: amor incondicional. Para conseguirlo la mayoría de nosotros ha tolerado mucho de nuestros padres. Ahora, de repente, en la relación con nuestra pareja nos recuerda a uno de nuestros padres, se nos despiertan antiguos temores, ira y deseo de venganza almacenados y escondidos. Quizás digamos cosas que no nos atrevimos a decir a nuestros padres porque ellos eran más poderosos que nosotros. Quizás nos enfademos con la pareja porque trata de decirnos o nos dice lo que tenemos que hacer. Todo esto es confuso porque no tenemos claridad acerca de qué es recuerdo, qué son historias, qué es pasado y qué sucede ahora.
Todos reaccionamos la mayor parte del tiempo de acuerdo con los patrones condicionados. Creemos que estamos respondiendo consciente y espontáneamente a la situación actual, pero no es así. Constantemente se activan y proyectan historias de programas almacenados desde nuestra infancia con sus sentimientos y emociones asociados. Lo que se relaciona son nuestras historias. 
Todos tenemos necesidades físicas y psicológicas de ser tocados, cuidados, consolados, amados. Y estas necesidades muchas veces no se combinan con las del otro. Y el resultado es fricciones, desilusión, alejamiento, separación y, quizá, buscar otras relaciones. Por lo general, nuestra reacción es tratar de cambiar al otro para poder vivir con él o ella y que nos satisfaga plenamente. Eso es lo que alguna vez nos hicieron: si te portas bien, mamá y papá te querrán. Constantemente nos decían qué debíamos hacer para preservar la paz de la familia. Nuestros padres nunca se preguntaban qué podían hacer ellos, al menos no en nuestra presencia. Nosotros creíamos que lo sabían todo, que ellos siempre tenían razón y nosotros estábamos siempre equivocados. De ese modo, desde la infancia se programó en nuestros cerebros y nuestro cuerpo ideas e imágenes acerca de nosotros y los demás (si somos buenos o malos, amables o inútiles). Y estos programas actúan ahora activamente en lo que llamamos nuestra relación. 
¿Podemos darnos cuenta de lo que está sucediendo?  No somos nuestros programas, ellos están en nosotros pero no es lo que somos. Es la atención, el darse cuenta, lo que aclara sin juicio. Con atención puede haber expansión y liberación del pasado. Entonces, ya no son historias las que se relacionan, sino seres que son amor. Eso es la No-Relación.

Amor
Carles 
 

jueves, 16 de enero de 2014

El instante

Lo que impide ver la belleza en cada instante es nuestra historia de vida no digerida, nuestras expectativas, nuestra esperanza, nuestro dinamismo. Sólo hay belleza. Todas las situaciones que se presentan son más que extraordinarias. En la vida, lo que hay es fascinante porque únicamente existe en el instante; en el instante siguiente habrá otra cosa.
Es como una amistad. Se vive en el instante. Un instante después, el amigo con el cual tenemos tanta intimidad va a desaparecer. ¿Puedes hacer otra cosa que entregarte a la amistad del instante? Cuando has vivido ya unos años, has tenido algunos amigos que han abandonado este mundo, ya no puedo esperar sea lo que sea del amor, de la amistad. Cuando estoy con alguien, estoy totalmente ahí. Es siempre el último instante; es siempre el primer instante.
La belleza únicamente se saborea cuando tienes el sentido de instantaneidad. La belleza jamás se sitúa en al mañana. Si no la vivo ahora, no lo haré mañana. Solamente existe el instante. Esta nube que miro  es la última que miro. Lo hago como si fuera a perderla de vista al instante siguiente. Es la única forma de mirar. La única forma de vivir. Si no, vivimos en la memoria, solo estamos en el miedo.
Cada vez que me doy cuanta de la ilusión de esperar ser feliz mañana, sigo negando lo esencial. Mientras piense que la una situación cualquiera podrá aportarme algo, estaré en la negación, y entonces siempre habrá drama, decepción.
El instante es como una burbuja de felicidad que rechazamos constantemente. Decimos: ¨ No, no es el momento, voy a ser feliz mañana, cuando encuentre un trabajo, cuando me haya divorciado, cuando me case, más rico, más sabio, medite más, este menos agitado...!Mañana¡ Mañana no existe, sólo existe el instante.  

Amor
Carles 


domingo, 5 de enero de 2014

Nada que aceptar

 No hay nada que aceptar. No podemos hacerlo. Es suficiente con sentir. La palabra ¨aceptar ¨es un termino solo psicológico. Cuando recibes un golpe, no hay nada que aceptar. Siente el calor, el dolor la resonancia, como se integra ese movimiento, la forma en que es absorbido por todo el cuerpo. ¿Donde ves al aceptación? Aceptar, sobreentendería que hay que hacer algo. No, no hay nada que hacer. Sentimos. Escuchamos.
Cuando vuelves a casa por la noche, después de una agresión, ésta todavía no ha terminado. Todo el cuerpo sigue todavía agredido. Siéntate o túmbate. En lugar de intentar liberarte de la agresión a trabes de ejercicios, de relajación o meditando para no volver a tener miedo, siente el miedo el la rabia, el terror que no ha desaparecido, que se esta moviendo en tu interior. Ni siquiera lo acojas, o lo aceptes, ya que si lo hicieras estarías aún separado. Deja que todo el miedo o las emociones estén en ti. Ahora bien, el miedo como toda emoción, es un movimiento. Deja libre esa vibración. Intenta sentir tu cuerpo, los lugares que están libres de sensación, las diversas partes del cuerpo, este miedo poco a poco va a extenderse. En lugar de estar localizado en un a región como estaba, va a ocupar todo el cuerpo, tiene espacio.
El temblor, la lagrimas, cesan, algo mas profundo aparece y, sin que haya que hacer nada, el miedo se despoja de sus capas superficiales. En un momento dado todo se vacía de historia.
Después vuelves a pensar en la agresión. Nuevamente el miedo esta ahí. Es claro, soy consciente, no busques dejar de sentir el miedo, no te resistas, Estate disponible a él. No tienes miedo, sientes miedo, el miedo esta en ti, no es quien tu eres. Vibración. La idea regresa; el miedo es un poco menos fuerte... Y, en un momento, puedes volver a pensar en la situación sin el miedo psicológico. 
Mientras el cuerpo esta vivo, él puede soportar la situación, La psiquis no soporte nada. ni acepta.

Amor
Carles