viernes, 2 de febrero de 2018

Tomar el Poder.

Seguro que hemos escuchado, “toma tu poder”. Seguro, pero, ¿qué entiendo por tomar el poder? Siento que en general se cree que es, hacer lo que a uno le viene en gana, esto sería una versión infantil poco madura.

La toma de poder es darnos cuenta de que sólo nosotros somos los responsable de nuestra propia vida. Esto sería algo que está implícito en el crecimiento orgánico como persona, pero se complica por el hecho de que en esta sociedad que hemos co-creado existen muy pocos referentes de adultos maduros que hayan tomado el poder. 
Hay que recordar que no aprendemos de lo que se nos dice, aprendemos de la coherencia que tomamos de la gente con quien nos relacionamos, y, en general, la gente está atorada en la edad psicológica de la adolescencia, lo cual hace que no podamos tener referentes de la toma de poder.

Cuando los referentes que tenemos son gente con el poder cedido, podría decir que es “cómodo” vivir con el poder crecido. Por una parte no somos responsables de lo que nos ocurre, son los padres, la familia, la pareja, los amigos, los políticos, el jefe, bla bla bla... Así una lista infinita de culpables de por qué me siento así. Y por otra arrebatamos el poder a los otros porque creemos saber qué es lo que tienen que hacer en la situación que están viviendo. Es curioso, de verdad cremos saber qué es lo que tiene que hacer el otro pero nosotros no sabemos qué hacer. Éste es un bucle interminable.

Cuando tomas el poder empiezas a poder darte cuenta que no eliges, que las cosas van ocurriendo según tu historia de vida más o menos digerida. En la situación de que la historia esté digerida, la elección será creativa, nueva. Si no está digerida será reactiva, repetitiva, pero justo esto es lo que necesito para poder darme cuenta que estoy indigesto y lo necesito para poder terminar el proceso de digestión.

El poder no es algo que se te pueda dar, es algo que hay que tomar, si alguien te da el poder, te ata a él para siempre.

En un principio puede ser algo aterrador, puesto que te quedas solo (nadie a quien que achacarle mi mal estar, nadie es responsable de cómo me encuentro). Pero yo tampoco soy responsable de cómo te encuentras tú. Desde este lugar podemos empezar a relacionarnos de verdad, por debajo de las historias de quién creemos que son los demás. Esto es la única libertad posible, se libre de mí mismo. Y el otro puede ser quien es sin tener que convencerme.

El poder de sentirme como me estoy sintiendo ahora, y poder permitírmelo sin tener que hacer más que recibirlo, entonces vuelvo a sentirme expandido como cuando era un bebé con la experiencia de haberme separado, es el proceso de madurar.


Amor
Carles




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