Percibir sin nombrar e identificarse sin registros
emocionales, requiere un continuo entrenamiento, aunque es algo todos hemos
hecho cuando éramos bebés. No hay que poner
palabras, podemos sentarnos a observar el movimiento de los condicionamientos,
que es el movimiento mental, y darnos cuenta que la escucha profunda es rara,
muy rara.
Sólo aprendemos con gran paciencia. Nadie puede enseñarnos. El
aprendizaje se estancará si se nos enseña desde fuera. El aprendizaje deviene sin
que nadie nos enseñe, sin que nadie nos imponga un método o técnica para conseguir
algo, sólo entonces este aprendizaje produce una expansión.
Cuando nos sentamos para observar y aparece un nombre y la asociación
a ese nombre, éste puede producirnos movimiento emotivo, nos volvemos efusivos o nos deprimimos, hay tristeza o excitación,
etc.… Al darnos cuenta de ello nos paramos a suspender estas reacciones
voluntariamente o las disolvemos con explicaciones de por qué nos sentimos así.
Pensamos que deben desaparecer y eso no
es escucha.
Una ola nace en el océano,
emerge sobre las aguas y luego se disuelve. De igual modo, el proceso de
nombrar, la identificación, el juzgar,
las asociaciones de ideas y emociones son como las olas en el océano de los condicionantes
de la historia de vida no digerida. Se elevan y luego, si no nos apegamos, si
no nos oponemos a su movimiento y nos permitimos sentir, se disuelven en la
nada de donde emergieron.
AMOR
carles
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