Imagínate que tú eres la pantalla en la que la película es proyectada. Lo que nos preguntando es: ¿qué es lo tengo que hacer yo, la pantalla, para salir fuera de la película? Eso es lo que nos estamos preguntando, es absurdo, es ilógico; el problema no consiste en que estemos en la mente sino en que creemos que estamo en la mente.
En vez de luchar con tu experiencia, exploremos nuestra experiencia y, entonces, miremos si hay algo con lo que luchar.
Sea lo que sea que aparece en la película, no es la pantalla, y sin embargo la única substancia presente en esa experiencia es la pantalla.
En otras palabras: la mente, el cuerpo y el mundo nos visitan continuamente y después nos abandonan. Son como nuestros invitados; algunos son más agradables que otros, pero todos son invitados, todos nos visitan y después se marchan. Pero lo que siempre somos es aquello que es consciente de ellos, y su aparición y desaparición jamás nos toca, estamos abiertos a toda forma de cada aparición, somos íntimo con la forma de cada aparición, pero ninguna aparición nos puede manchar, colorear o dañar. Somos totalmente abierto, vacíos y vulnerable y al mismo tiempo no se nos puede dañar.
Esto no requiere esfuerzo alguno, simplemente darse cuenta.
Amor
Carles
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