sábado, 6 de mayo de 2017

El sufrimiento es el yo separado.

  Hay una creencia, y más importante, una sensación de separación, la sensación de que estoy ubicado en un cuerpo-mente y soy este cuerpo-mente. Esta creencia, esta sensación, vela la realidad de nuestra experiencia, lo cual hace que parezca que hay un yo separado aquí y un objeto, persona o mundo ahí. De hecho, esta creencia-sentimiento tan solo parece velar la realidad de nuestra experiencia, pero en verdad nunca lo hace. La realidad de nuestra experiencia es que somos la presencia ilimitada y consciente que empapa íntimamente toda experiencia.

  Cuando aparentemente es velada nuestra verdadera naturaleza, el amor, la paz y la felicidad que son inherentes también son veladas. Esta ocultación de la felicidad se convierte en la experiencia del sufrimiento, e inherente al sufrimiento está la búsqueda de la felicidad.

  Si no buscásemos la felicidad, es decir, si estuviésemos plenamente con la situación actual, no habría sufrimiento. 

  Así pues, la ocultación de la felicidad, el sufrimiento y la búsqueda de la felicidad son sinónimos. Otro nombre para la búsqueda es el yo interior separado en el cuerpo-mente.

  Este yo interior no es una entidad, es la actividad de resistirse y buscar y, por lo tanto, la actividad de sufrir.

  ¡Cuidado! No es que la aparente entidad separada busque la felicidad, la propia búsqueda es la entidad separada.

  Si vemos que nuestro sufrimiento surge en la consciencia junto con todo lo demás y creemos, como resultado, que no podemos hacer nada al respecto, nos estamos engañando. El sufrimiento es, por definición, una resistencia a la situación actual y la inevitable búsqueda de una alternativa en el futuro. Si no hay ninguna resistencia a la situación presente, no hay sufrimiento.

  Por lo tanto, si la situación actual es la experiencia del sufrimiento y no hay absolutamente ninguna resistencia a él, el sufrimiento no puede permanecer, puesto que es resistencia. Es entonces que el sufrimiento se transforma inmediatamente en felicidad, (y no he hecho nada para cambiarlo).

  De hecho, el sufrimiento se revela como felicidad tan pronto como cesa toda resistencia a él. Así pues, la felicidad es también la naturaleza del sufrimiento. Siempre permanece en silencio el centro de toda experiencia, esperando a que tengamos el valor y el amor que nos permita girarnos, por así decirlo, y hacer frente al sufrimiento sin el más mínimo deseo de resistirnos a él o alejarnos de él.

  Fijaos que, incluso en nuestros peores momentos de desesperación, nunca somos totalmente tomados por la infelicidad. Si lo fuéramos, no habría sitio para nada más; no habría tan siquiera espacio para que el pensamiento separase un yo que mirase el sufrimiento e intentase deshacerse de él. Entonces habría una no-separación absoluta y por tanto una felicidad perfecta. ¿Que loco verdad? 

  No existe algo así como el sufrimiento absoluto. El sufrimiento está siempre mezclado con algo más, siempre es con un deseo de deshacerse de él en un futuro imaginario, es decir, con un deseo de felicidad.

  Sin embargo, existe una felicidad absoluta que no se mezcla con el más mínimo matiz de ninguna otra cosa. Esta felicidad es quien somos, Amor.


Carles 




No hay comentarios:

Publicar un comentario