La atención no entendida como resignación sino como la
acción de la Presencia Biodinámica, es la fuente de transformación, de
crecimiento y de cambio profundo. Aunque resulte paradójico, cambiamos de forma más radical cuando no nos
centramos obsesivamente en el cambio, sin determinar de antemano cuál será el
cambio, puesto que si sé lo que necesito estoy limitándome a mi experiencia de
vida y nada nuevo tiene cabida en lo conocido.
El no-saber, por el contrario, nos libera de todo
condicionamiento.
En el cambio planeado solucionas un problema creando otro,
neutralizo una tensión generando otra tensión. La aceptación permite deshacer
toda tensión y por ello hace que los supuestos problemas que nos abruman sencillamente
desaparezcan. La aceptación de no saber origina un espacio de libertad en el
que no hay resistencia a ninguna experiencia interna o externa. Dejamos de
medirnos y de medir la realidad con modelos que nos dicen como deberían ser las
cosas, permitimos que la Presencia Biodinámica siga su propio ritmo.
Estar o
dejarse caer en el no saber no quiere decir que nos volvamos tontos y que
olvidemos todo el saber que hemos acumulado hasta este momento, creo que es una
sensación que se tiene a nivel inconsciente, que si me dejo caer en el no saber,
me voy a olvidar de atarme los zapatos, de manejar un coche, de hacer cualquier
cosa que estaba haciendo hasta ahora, pero no es así: cuando haga falta esto
surgirá y entonces lo haré. Yo no pretendo ni es mi intención en absoluto decir
cómo tenéis que trabajar, para mí no hay un trabajo mejor que otro trabajo,
para mí hay diferentes niveles de trabajo. Cuando digo que es importante, como
dije la primera vez que nos reunimos aquí, que nos permitamos estar en el no
saber, no pretendo deciros qué es lo que tenéis que hacer, pretendo deciros qué
es lo que estáis haciendo.
La verdadera
sanación o la sanación profunda sólo puede surgir de una escucha profunda. A
veces, cuando estamos aquí en este sitio reunidos durante todos estos días, que
a un nivel se crea un ambiente un poco más calmado, estamos todos más asentados,
y es probable que surjan síntomas o aquellos que se llaman síntomas o
molestias. Puede que al pararnos surja algo, si ese algo no es escuchado y es
acallado, que es lo que solemos hacer, acallarlo, aparece una molestia e intentamos
hacer algo con ella, entonces no estamos escuchando. Intentemos despertarnos,
darnos cuenta, pillarnos a nosotros mismos en dos situaciones durante estos
días:
una es
pedirle a alguien que me haga algo, otra ofrecerle a alguien hacerle algo. Eso es
lo que hacemos casi siempre, hacer, y no nos damos cuenta de que perdemos una
oportunidad de no hacer. Y si acallamos esa molestia, ese síntoma, la forma no
ha sido escuchada y entonces volverá a surgir, cuando tenga oportunidad volverá
a surgir. ¿Por qué tenemos la costumbre a veces de ofrecer ayuda sin que nadie
nos la pida? ¿No será que no podemos estar con nuestro sufrimiento, y decimos,
esta persona está sufriendo? ¿Cómo sé que está sufriendo esa persona? ¿Dónde lo
siento? Soy yo el que no puede estar con el sufrimiento de la otra persona,
entonces creyéndome hacerle un favor, intento acallar su sufrimiento y entonces
le digo que ya no lo siente. Y hacia el nivel al que vamos verdaderamente no le
estamos ayudando porque estamos proyectando nuestro sufrimiento en él, y en vez
de trabajar aquí con lo que es mío, trabajo con el espejo que tengo delante. Y
cuando lo acallo a la menor oportunidad volverá a surgir, y en la medida en que
acallo eso a veces va profundizando el síntoma.
Simplemente
recibamos lo que aparece, lo que sentimos, demos la oportunidad de escucharlo
plenamente. El síntoma no desaparecerá por completo hasta que no haya sido
escuchado lo que viene a decirnos, y sólo única y exclusivamente le puede ser
revelado a uno mismo. Nadie puede entendernos, la parte humada de cada uno, la
particularidad de cada uno es incomprensible, nadie puede entender lo que esta
sucediéndole a otro, como mucho puedo entender la historia que yo le he
colocado a otro, que siempre será mi historia. Intentemos pillarnos cuando
vamos a hacer algo para acallarnos o para acallar al otro.
Simplemente
observar, observar cómo la marea de la vida mueve, crea formas, observemos
esto, simplemente observarlo sin agarrarnos a nada, sin intentar hacer nada,
que sea meramente escucharlo y recibir. No podemos tirarnos a medias del
precipicio. No pasa nada, está bien no tirarse del precipicio, no hay ningún
problema. Vuelve a surgir la palabra coherencia, pero intento saber dónde me
encuentro, intento saber dónde estoy. El que tiene miedo de tirarse al
precipicio es nuestra historia, nuestro ego, porque nos asegura que nos desapareceremos,
pero no, podemos encontrarnos volando.
Como suelo decir a los asistentes a los cursos o charlas, no pretendo que me creáis pretendo que esteis dispuestos a estar con la inseguridad de no creerse nada que no hayas experimentado, encarnado que es como lo llamo.
Has de vivirlo para que sea real. nada de lo que digo sustituye a la experiencia directa. Hay que estar dispuesto a cuestionarlo todo, detente y preguntate: ¿Sé lo que realmente creo saber o he adoptado las creencias y opiniones de otros? ¿ Qué es lo que se realmente, y que es lo que quiero creer? ¿Qué es lo que se con seguridad?
Estas preguntas son tremendamente poderosas , terminan con tu mundo.Destruyen todo tu sentido de identidad tu histotia.
Llegas a ver que todo lo que creias saber con respecto a ti mismo y al mundo, se basa en suposiciones, creencias y opiniones, cosas que te enseñarón y te digeron que eran verdad.
Al permitirnos darnos cuenta "ah, casi no sé nada, no sé quien soy, no sé que es el mundo, no sé si esto es verdad"
Solo estando dispuesto a estar en lo desconocido y en la inseguridad que conlleva el no saber, sin volver atrás en busca de la comodidad limitante de lo conocido.
Este es el lugar de expansión de crecimiento, y recuerda que si no me estoy expandiendo, creciendo, me estoy muriendo. Benditos sean los Inseguros.
Amor
Carles