La vida de cada día aparece a alguien. Tu eres ese alguien a quien aparece, pero no eres lo que aparece todos los días. Las cosas aparecen y desaparecen para alguien. Pregúntate muy profundamente: «¿Quién ve esto? ¿Quién es el que juzga, condena, el que duda entre me gusta y no me gusta y que es también parte de lo que aparece?» Tu conoces al que rechaza o acepta, al que escoge. Lo que eres tu profundamente, permanece totalmente fuera de estas sensaciones. Tu conoce los momentos en que no hay elección y aquellos en los que se impone la elección. Debe encontrar en tu mismo la distinción entre el que escoge y el que permanece únicamente observador no implicado. Llegará a situarse conscientemente en esta presencia, en la cual no hay elección, en la cual, efectivamente, lo que llamamos la vida de cada día encuentra toda su extensión, toda su plenitud, sin interferencia de alguien que escoge, que decide, que ve las cosas a través de una pantalla de miedos que provoca su historia de vida. Según tus palabras parece que la vida diaria es una carga, un problema. ¿Para quién?… Deje que se elimine el ¿quién? y verá que no hay tal carga.
Amor
Carles
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